domingo, 2 de agosto de 2009
ABRAZO CUYO OLOR A AIRE NO PUEDO OLVIDAR
Las estatuas, siguiendo a Wilde en el Príncipe Feliz, están vivas o pudieran estarlo. El caso es el siguiente, Clemencia Venegas vino de Colombia a la conferencia del CERLALC (http://www.cerlalc.org) esta vez enfocada en Las Bibliotecas Escolares, con Clemencia tenemos una historia común, nos conocimos hace varios atrás en Cartagena de Indias e hicimos migas ya que nuestras hijas se hicieron amigas ( buena cosa, su hija Gabycienta y mis hijas Conita y Mayita). Bueno, la noche antes de regresarse fuimos a pasear al barrio Lastarria, en busca de un lugar donde comer, recrearnos y compartir. Allí estábamos y tuve la ocurrencia de pasar un instante por las afueras del Teatro Municipal donde se levanta la escultura de mi papá, edil o alcalde de Santiago fallecido en el cargo hace mas de treinta años. Siempre que paso delante de él se me recoge el corazón y guardo silencio. Clemencia y yo estábamos contentas: ¡Un prócer!, repetía ella, no podía creer que mi padre tuviera una estatua. Me miraba con cara, esta mujer chilena entonces se las trae, tantos años de conocerla y no sabía que su padre había sido un político reconocido.
A los pies de la estatua es que ocurrió lo imprevisto, ese abrazo “cuyo olor a aire todavía no puedo olvidar”, como me dice Clemencia desde Colombia. ¿Qué ocurrió? ¿Qué fue lo imprevisto? No más llegar allí encontramos junto al plinto a una viejecita, sin trazas de pordiosera, aromática, muy linda y con una voz preciosa. Yo no mencioné el parentesco, dejándola hablar. Ella remarcó con mucho cariño las aptitudes civiles de Patricio Mekis, su probidad y cari dijo que siempre venía a acompañarlo... “aúnque sea tarde y esté helado, junto a él no se pasan penas, ni hace frio" !!!! Era algo increible, una mujer sentadita al lado de mi padre, acompañándolo, feliz de la vida. Mirada limpia, suave, alegre, solo con una tazita de té en la mano …¿Sería esta mujer, una de las tantas mujeres que se enamoraron de la calidez y simpatía de mi padre? Y todavía lo venera?...Impresionante.
Claro, Después, la viejecita trajo a escena a la Virgen del Carmen, Virgen que mi mamá tenía a flor de labios.(La Virgen del Carmen es la Patrona de Chile, como Saint Patrick en Irlanda).
Nos regaló un poema (o cantata) escrito por ella que remarcaba la Paz entre los hermanos. La coincidencia y la magia era abismante, incluso ella se quejó de que nosotros su familia no lo veníamos a ver. “Su esposa e hijos no lo vienen a saludar nunca” Pues, directamente con estas palabras, yo era una de las inculpadas y mi anonimato debía seguir, como le explicaba que yo era su hija, que ella una desconocida como en el Cuento de la Dama de las cerillas de Andersen, le entregaba un calor especial un cariño sincero y fiel a mi padre. Y yo su hija, era ahora la desconocida, la descariñada, la desinformada de los maravillosos atributos, talentos de mi querido padre.
Al final nos despedimos con un abrazo, cuyo olor a aire yo también no puedo olvidar. Al despedirse Clemencia, al día siguiente antes de subirse al avión, me dijo Constanza, “la viejecita era tu madre y te estaba pidiendo ayuda”. Yo huérfana en esta tierra, tengo la corazonada de que esa viejecita, a quien nadie conocía, a quién varias noches seguidas volví a buscar al lado de mi padre,nuevamente, según me enteré después, era mi propia mamá que vino a abrazarme, a poder mirarnos nuevamente y renovar votos de cariño eterno.
¿Existió esta mujer por un momento?, ¿fue real?.
Tengo a Clemencia como fiel testigo.
Les muestro esta foto, tomada en la decada de los 70 a mi familia, 6 hombres y 4 mujeres... A ellos les conté la historia... con algunos de ellos fuimos una noche a ver si existía la viejecita y no la encontramos...volveremos...así saludamos cariñosamente al Papá!!
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