sábado, 18 de octubre de 2008

¿Qué relación puede haber entre criar chanchos y escribir novelas?

No es referencia a Orwell. En el caso de Michael Morpurgo, estos extremos se vinculan en su preocupación por el desarrollo de la creatividad y la imaginación de los niños. Narrador oral por escrito.
La carta
Éxito de ventas en el Reino Unido y en Francia, afortunadamente hay ya bastantes títulos traducidos al castellano. A mediados de septiembre de 2006, un grupo de autores, profesores y personas relacionadas con el desarrollo de los niños envió al diario inglés The Daily Telegraph una carta que advertía sobre los riesgos que presenta para la sociedad la creciente tendencia a acelerar el crecimiento de los niños, privándolos de un desarrollo al ritmo propio de su edad.
Uno de los firmantes es Michael Morpurgo, autor de más de 100 libros para niños y ha recibido muchísimos premios importantes. A raíz de la carta, señaló luego al diario: “Tenemos tal ansiedad respecto a los niños, su protección, su cuidado, su educación, que se ha transformado en temor. Hay un temor en relación a los niños, tanto de las escuelas como de los políticos, que ha llevado a este sistema educacional orientado a los logros. Esto ha puesto a los niños en una camisa de fuerza académica desde una edad muy temprana, que restringe la creatividad y el enriquecimiento de la niñez.”
Chanchos y novelas
Michael Morpurgo tiene bastante que decir sobre el tema. Definitivamente, es un escritor poco usual. Durante más de 25 años se dedicó a criar vacas, alimentar chanchos y trabajar el campo, con la particularidad de que no lo hacía para ganarse la subsistencia (o al menos no a través de la agricultura, como uno supondría) sino para compartir la vida de la granja con los niños. Su proyecto, Farms for City Children, que fundó con su esposa Clare, se propuso poner a los niños de la ciudad en contacto con la vida del campo. ¿De dónde salió todo eso? Larga historia…casi como una de sus novelas.
Michael
El pequeño Michael nació en una familia de artistas: abuela cantante, abuelo poeta, padres actores. De niño su madre le leyó mucho, pero curiosamente, una vez en el colegio se sentía asustado por los libros y no fue un alumno destacado en redacción ni literatura. Para colmo, su padre adoptivo era editor y lo interrogaba largamente sobre los títulos que a él le habían parecido interesantes –los clásicos del siglo XIX- cuando lo único que el pequeño Michael quería era leer cómics o las aventuras de Enyd Blyton. Los deportes en cambio, eran su pasión. Eso y su gran capacidad de líder, llevaron a sus padres y profesores a sugerirle que entrara al ejército. Lo hizo, y le fue bien. Sin embargo, el amor quiso otra cosa…
El narrador
Morpurgo, conoció a su actual esposa en unas vacaciones. Tras una relación de cartas, llamadas y visitas ocasionales, ella le anunció que iban a tener un hijo. Entonces tuvo que salirse del ejército y buscar un trabajo para mantener a la familia, hecho que fue el origen de su relación con los niños y los libros, porque se hizo profesor. Fue entonces cuando volvió a encontrarse con las historias. De acuerdo al programa, cada día tenía que contar un cuento a sus alumnos. Como veía que se aburrían con el libro de texto, dejó la lectura y empezó a contarles los cuentos que inventaba para sus propios hijos. Comenzó a narrarles en voz alta, con el resultado de que los alumnos que normalmente miraban por la ventana, no despegaban ahora los ojos del profesor. Eso lo llevó a poner por escrito sus creaciones, aunque todavía sin publicarlas.

Después de un tiempo, los Morpurgo cambiaron la sala de clases por el trabajo en la granja, con la idea de compartir con los niños de la ciudad la vida de la naturaleza. Así crearon, en 1976, Farms for City Children, fundación que da a los niños la oportunidad de trabajar durante una semana en todas las áreas del campo y experimentar cómo es una granja verdadera. La gracia del trabajo, dice Morpurgo, es que los niños experimentan el valor de lo que hacen, ya que su trabajo es necesario para que la granja funcione. Por otra parte, toda la actividad propiamente agrícola es complementada con visitas y talleres con artistas y escritores. El objetivo: desde la realidad más tangible, crear un espacio para la imaginación.

Coincidí con Michael en una conferencia en Dublin. Apenas lo ví, me pareció un gran espantapájaros bondadoso, Aalto, sonriente,andaba calcetines que claramente no eran hermanos; uno rojo y el otro verde, un granjero británico de tomo y lomo parecía un personaje más de sus propias novelas.

Su escritura
Pero vamos a los libros. La gracia de la escritura de Morpurgo es que combina en equilibrio perfecto el arte de la buena narración con la elección de temas importantes.

Su estilo es sencillo sin ser simple, cosa que se agradece en tiempos de contraste entre la prosa recargada y el minimalismo absoluto. Por otra parte, no subestima la capacidad de los niños de abordar problemas de adultos. Sus personajes creen en la honestidad y el heroísmo, sin embargo, las historias tienen la necesaria complejidad para no convertirse en caricaturas del bien y el mal, ni caer en la moraleja.
Aperitivo de lectura.Aquí, tres recomendaciones:
El reino de Kensuke
El origen de esta historia está en una carta que recibió Morpurgo de uno de sus lectores:
“Estimado Sr. Morpingo:
Acabo de leer su libro “El naufragio del Zanzíbar”. Es el mejor libro que leído. Es mucho mejor que cualquiera de los libros de Harry Potter. PERO, hay una cosa definitivamente mala de su libro. Es sobre una niña. Escríbame un libro sobre un niño que se queda atrapado en una isla desierta.”

¿Un libro sobre un niño en una isla desierta? ¡Había sido escrito tantas veces! Robinson Crusoe, El señor de las moscas, La Isla de Coral….¿Cómo abordar el tema en una obra nueva? Así partió la historia de Michael, un niño que emprende una vuelta al mundo en velero con su familia. Una noche, las olas lo arrebatan de la cubierta del Peggy Sue junto con su fiel perro Stella Artois. No sabe más de su alma hasta que despierta en una playa desierta. Sin agua y sin comida, se prepara para la muerte: sin embargo…al día siguiente aparece frente a su refugio un plato de pescado y agua fresca. ¿Quién será el salvador anónimo? ¡En la isla solo hay monos! Comienza así una historia de aventuras que indaga también en el origen de la amistad y la confianza, aun en medio de la desesperación y la soledad.

Sinfonía africana
En este libro, seguimos la historia de de dos personajes en su viaje a África: una golondrina, que pierde el rumbo de su bandada desde Inglaterra a las zonas cálidas y Matt, un joven inglés que tras terminar el colegio (y contra lo que espera su madre) parte como voluntario a un campamento de niños de la guerra en Ruanda. Los caminos están llenos de peligros, pero la habilidad de los protagonistas hace que logren superar los obstáculos. La relación con Olly (que da su nombre el libro en la versión inglesa) marca el ritmo de partida y regreso del pajarillo y del hermano. Es un libro que recuerda el documental Alas de sobrevivenvia, de Jacques Perrin, el clásico Juan Salvador gaviota, o la Historia de la gaviota y el gato que le enseño a volar. La metáfora del vuelo sirve para hacer ver los riesgos por los que hay que pasar para llegar a buen destino.

Esperando a Anya
Los alemanes ocupan un pequeño pueblo del sur de Francia, cerca de la frontera con España. Un día, un joven pastor de la localidad, se encuentra cara a cara con un oso. Ese incidente le lleva a trabar amistad con un extraño personaje: Benjamín. El hombre vive escondido en la granja de la viuda Horcada. ¿Por qué?

Uno de los mejores libros que he leído: completa la visión maniquea de la Segunda Guerra mundial que transmiten los medios más conocidos y aporta la dimensión que tuvo el conflicto bélico para los países en guerra, que involucró hasta a los habitantes más lejanos al combate. Excelente trama, hay tensión, aventura, valentía y riesgo.

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Ah Connie, que buena foto tuya con Morpurgo. He disfrutado tu relato e introducción a este autor y sus libros. Te dejo un link donde se le puede ver en una entrevista.
(tendré que pasar a verte para repasar algo con las imágenes)
Saludos

Mientras escribo escucho tu música y la disfruto. Este lugar es un deleite.