Al irse, se fue sabiamente, despidiéndose de cada uno de sus hijos e hijas y seres queridos. Sus gestos iban anunciándonos su partida. Sólo dos semanas antes de morir dijo: “no más almuerzos familiares”. Sólo tres días antes de morir dejó de manejar. Ella descansará andando, “Acción en paz”, le deseó mi hermano Federico en su misa final.
Su vida fue de mucha lucha y trabajo: vérselas con el espíritu expansivo del papá, con nuestra educación, y velar sin respiro por sus diez hijos, rectamente, por la unidad de la familia.
¿A quién podía dejar indiferente? Me divertía oír sus acotaciones, eran únicas y graciosas. Tenía mucha chispa. Muchas veces observé atónita sus furibundas contrariedades. Pero, finalmente, todo traía una clara reconciliación de parte de ella, un arrepentimiento ejemplar. “Prevalecía el cariño”.
Todos sabíamos que le encantaban sus nietos ( una montonera, tres docenas !!!!), pero ellos, para ella, eran responsabilidad de sus papás. Con la Chepita no había molde de abuelita, ni cuentos, ni favores, pero siempre presente con su humor creativo. Sus pasos eran acelerados, sus manos apuradas, su genio “rapidito”, sus palabras lanzadas siempre en el blanco. Qué mujer!!
En la cocina se destacó publicando un libro delicioso y sencillo: “Cocinando en Familia”.

Una de las últimas sorpresas que nos dio fue la de participar en un elenco teatral de la tercera edad de su comuna, genial su perfomance. La fiesta era su temple. Así, ella misma planeó contar con una banda que la despidiera en el cementerio ¿A quién se le podía ocurrir algo así? La banda del Colegio Patricio Mekis de Maipú, con bombos y platillos, llegó a despedirla. Ante el aviso, su Directora dijo resueltamente: “Ahí estaremos, la señora Chepita ya nos había adelantado su pedido”. Nos dio una alegría póstuma, muy única, reconfortante.
Chepita, Tan querible. Recuerdos gratos y tan buenos... Chepi forever!!!
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