jueves, 22 de mayo de 2008

Persiguiendo al Ratón Pérez en Madrid

LLegué a Madrid, después de fulminantes dias preparando el material para las jornadas en que figuro como disertante, después de un viaje sin turbulencias ni inconvenientes de ninguna índole. Tenía que tomar el expreso a Córdoba, pero me daba el tiempo para recorrer un poco la capital. Madrid siempre ha concentrado mi atención, no por nada cuando ordené mi agenda por estos lares propuse (qué atrevida) que, antes de pasar mi última noche en Mérida, prefería pasarla en Madrid con el motivo de la festividad de San Isidro, el patrono de la ciudad y su mujer María de la Cabeza.
Aprovecho el intertanto del transbordo para pasear, y así, mirando las fachadas y los pasajes, vengo a encontrar la casa del famoso Ratón Pérez. Por mi cabeza, ante la placa que avisaba su residencia, pasaron mil dientecitos de leche, vitrinas colmadas de dientecitos de leche, en fin, su innumerable colección de dientes de leche. No digamos que, al entrar allí, no había nada de lo que imaginé, aunque no lo había. Sólo existía la placa. Semi frustrada, pasé a una librería y me hice del libro el Ratón Pérez del P. Luis de Coloma s.j. (1851-1915), que está muy bien para nutrir, entre otras cosas, la fantasía de los más pequeñuelos. Después de eso, correr, correr para tomar el AVE a Córdoba y esperar que lo viene todo siga tan bien como hasta ahora. ¡Me encanta España!

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Buena arremetida, pero hay mucho viaje, mucha mirada, mucho ir y venir, mucho sentir y pensar que hecho de menos de ese viaje.
Cuéntanos mujer de tus andanzas que aquí estamos acomodándonos para seguir tus pasos, cuales niños ante una abuela que nos empezará a contar cuentos.
Haces falta.