domingo, 16 de agosto de 2009

Lecciones para gozar, las pulsaciones mecanógraficas...

¡Por supuesto que asistí a la clase inaugural del Nuevo curso de Mecanografía! de mi hijo Diego, el filósofo, poeta, músico.... Además me pidieron que fuera simpática y que llevará el cóctel, llevé variados quesos, mi hija Maya se entusiasmó en hacer dos panes irlandeses, "Soda bread" ya que le quedan estupendo, muchísimo mejor que los míos, ... bueno hasta manjar dulce. El buen vino corría por cuenta del festejado. Fue en el Centro Cultural Matucana 100.

Me esperaba cualquier cosa.

Apenas había visto el libro y ya me parecía muy gracioso. Al final llegamos con los víveres, la escenografía estaba montada: un pizarrón, una máquina de escribir, un teclado. En la sala cabrían 30 0 40 personas, y no éramos más de 30 o 40 dispuestos en la clase. Gabriela Jara, profesora y amiga, estaba ahí sorprendente, entre jóvenes, artistas. Diego estaba de traje, elegantíssimo como si diera examen de grado. Tomamos asiento. Comenzaron las presentaciones de rigor, el asunto se iba tornando insólito. El presentador oficial interpelaba al autor del nuevo curso, se preguntaba: ¿quién se cree éste para enseñarnos mecanografía o a escribir? Diego se sonreía y la hora pasaba. Al término de esta presentación, los estudiantes en que nos convertíamos íbamos quedando pasmadas, ¿pero de qué se trata?

Le tocó el turno al mecanógrafo. Hizo unas rayas en el pizarrón, cundía un divertido nerviosismo, se paseó, tomó el teclado, hizo unas observaciones sobre los jóvenes y los teclados, ellos prácticamente nacían sabiendo de mecanografía. Diego se había convertido en profesor. La cosa se prestaba para la risa, pero Diego siguió tirando líneas en la pizarra. ¡Era lo más curioso que hay! Yo no sabía dónde meterme, me reía demasiado. Y no sabía si mi risa era totalmente adecuada Hablaba de la revolución industrial, nos invitaba a tomar el curso, que no nos preocupáramos si nos perdíamos alguna lección. Ya lo decía el libro: “nos cuesta aceptar que no asistimos fielmente a estas lecciones, pero en intención no nos quedamos, habríamos asistido”.

Enfatizaba el mismo autor, con mucha seriedad de profe filósofo, que él realmente pensaba que si uno tomaba el curso , no le serviría de nada... bueno casi una gran invitación a leer ¿será cierto?.


Después se abrió el cóctel. los invitados estaban felices con el espectáculo. A mí todavía me causa gracia, ¡es que en verdad fue muy divertido todo eso!

Llegué a mi casa feliz a leerlo y claro está lo interesante del libro (y lo de la mecanografía es humorístico), lo que va adentro lo que se lee no son las pulsaciones que uno hace al mecanografiar sino encontrarse con las verdaderas pulsaciones de LA VIDA.... se necesita de los OTROS ... los afectos y sus movimientos dan pistas para no caerse en el teclado. Son sus pensamientos, algunos sorprendentes, bonitos,... para aplaudirlo nuevamente.... bueno lo dice su mamá lectora, pero igual vale. Enhorabuena como le dicen en su critica literaria. Puchas Diego.Bonito Diego.


Se puede ver un artículo sobre el libro en Lun.com aquí (abajo a la derecha).

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Te saludo mamá chocha después de haber pasado por Aquí.