domingo, 28 de septiembre de 2008

Soya literaria: libros orientales

Me cargan las escopetas y la caza. El título “La Escopeta de Caza” de Yasushi Inoué no podría estar más lejos de mis intereses, sin embargo al tocar este libro uno siente una pequeña obra maestra en las manos, ganadora del prestigioso premio nipón Akuyagawa. Esta novela trae “amores profundamente hundidos en la tierra”, “una mujer consumida por los fuegos del amor”, y sus páginas hacen sentir el calor verdadero de la vida. Una joyita. Al hacer el link de este blog con su vida, me enteró que murió hoy en Tokio.Sorprendente sintonía...Un buen homenaje póstumo, darlo a conocer a ustedes.

Con “La Jugadora de Go” de Shan Sa, me interesó primeramente el título, ya que hace más de 20 años conocí a un singular japonés que era, entre otros menesteres, un eximio profesor de Go. Jiro Maeda se llama. Él me introdujo en este juego milenario, mientras me convertía en jugadora de Go, fui simpatizando con el No, incluso soñé con hacerme artista del teatro No. Ya me veía en los escenarios, aplausos, giras y todo eso. Esto de jugar Go estaba lejos de mi esencia.Pero volvamos a Jiro Maeda. Él, tras cada jugada, me decía con convicción que yo podría ser una gran jugadora. Una vez me comentó que la intuición en este juego hace un papel fundamental, tanto como el análisis más inteligente.

Modestia aparte, me creí el piropo. Yo, mirando cuadrícula de líneas verticales y horizontales, mirando tantas intersecciones, me mareaba. Tenía que tomar las piedras blancas y rodear o cercar a las piedras negras. El go (juego de estrategia antiquísimo, de unos 3.000 años atrás, en el Tíbet, los Himalaya…) me podría haber abierto una puerta hacia una inteligencia divina.

Dejé el Go, (no me arrepiento para nada) y comenzé a descubrir la luz disinta de la literatura japonesa, empezé a leer la obra de Mishima con pasión, descubrí a muchos otros japoneses: Yasunari Kawabata,Yukio Mishima, Kenzaburō Ōe y cada tanto en tanto, entre sushi y sushi, disfruto con algún mentor japonés ya sea contemporáneo o " del año de la pera".

Así tomé el libro, con cierta propiedad y confianza, como una antigua jugadora de Go. Me encontré con una bonita historia, preciosa...con unos ritmos únicos, 92 capítulos brevísimos, cada uno un pétalo, una jugada de Go en una plaza milenaria, la plaza de los mil vientos, la vida misma, amores, sufrimientos, otra jugada...

Esta semana con ambos libros disfruté mucho, mucho. Sorprende la soya literaria del lenguaje oriental, esa misteriosa síntesis. Nada sobra, nada falta.

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Querida Connie; a ti se te lee bien lento, así disfruto mas; a medida que leo voy haciendo mas lento mi ritmo y acomodándome al ritmo tuyo, imagino, el ritmo del disfrute literario, sensorial.
Tiempo, cuanto hecho de menos ese tiempo a sus anchas, para desplegarse sin ninguna urgencia en la vecindad en la lectura. Este mundo sospecho no favorece esos placeres.

Necesitamos reunirnos a trabajar.