lunes, 28 de abril de 2008

El Metro de Santiago y la lectura



Me encanta llegar temprano a mi trabajo por varias razones. Una de ellas es que, invariablemente, encuentro asiento en el metro y leo de estación a estación (19 minutos). Son momentos perfectos para leer un capítulo con la mente despejada. Ustedes comprenderán que más me gusta leer sentada que de pie. En los carros de los metros hay excelente luz para leer, pero existen dos conspiradores que interfieren la «lectura sobre ruedas»: el maldito celular y las conversaciones a todo volumen de los pasajeros.
La lectura se ve interrumpida por el bocinazo del «mobile» y las conversaciones de vida o muerte (que no queda más remedio que oírlas), por ejemplo, “voy llegando a la oficina en dos minutos más”, “mejor prepare un pollo con ensaladas”, “medijonomedijoyyoledijeyélmedijo”, conversaciones todas de “sublime importancia”. El timbre de las voces suele ser alto: la nueva tecnología (mensajes de texto) y el Manual de Carreño (Zig Zag) no llega a todos los ”celulíticos”. Me ha tocado que una misma persona reciba ¡hasta seis llamadas en un solo trayecto! A mi “sano” juicio”, todas, absolutamente todas estas conversaciones son prescindibles.

No hay respeto por quienes leen. Uno no se atreve a decir con el mejor modo: «¿sería usted tan amable de apagar, por favor, su celular?» o «¿podrías bajar el tono de tu conversación?» Seré sincera, no he tenido las garras, sólo mi “mirada”, que me doy cuenta que algo les dice. Si hablara me mirarían como “la iñora neurótica”. He estado tentada de escribir en una hoja tamaño carta con letras grandes: ESTOY LEYENDO (como el «Don´t disturb» de los hoteles) y cuando la ocasión lo amerite... ¡chas! sacar del maletín mi «arma blanca». ¿Les tinca?, ¿qué resultados tendré?, ¿valdrá la pena?

Sueño con carros para lectores y para no lectores, como los sectores para fumadores y no fumadores, vagones diferenciados. No sé si éste sueño-proyecto pueda ser una realidad a corto plazo, porque ahora no encontraron nada mejor que “invertir” en circuitos televisivos para los andenes de las estaciones, obviamente ¡con volumen! ¿Se podrá descontaminar acústicamente el metro de Santiago? ¿Qué nos depara el futuro? Este metro está catalogado como «la tercera maravilla», ¿podrán hacer estas modernizaciones?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Mas de alguna vez me a pasado que estando sumido en mi lectura a tal punto de sentir algo así como una conexión casi espiritual con el autor, en esos momentos en que no hay nadie mas que tu y tu libro, algún personaje de terno y corbata ingresa al carro y invade mi libro con cifras y números.
Así que apoyo y entiendo tu mensaje y te propongo empezar una campaña pro-silencio en el metro.
Te felicito por atreverte a compartir tus andanzas y aventuras por este loco mundo, muchas suerte.

Beatnik.