Un profesor de la Universidad de Minnesota, que conocí en un desayuno, con varios papers sobre la mariposa Monarca, nunca ha visitado su santuario. Por nuestra parte, que no hemos hecho un paper, visitaríamos el reducto de esta papalotl (mariposa) en el bosque michocano. A veces, seguir su revolotear con la vista nos tuerce el cuello. Tal cual, la subida a este santuario me torció el cuerpo y el alma, me dieron mareos, fue terrible. Afortunadamente, compartíamos la expedición con una nurse canadiense, ella me hizo el tratamiento para mi puna, suero incluido, y con quien, verán, nos sacamos esta foto.Ella era un amor, así sólo me explico que salga sonriente. Me salvó la vida. Maya y yo ya estábamos en los dominios de la papalotl monarca, cosa nunca vista, las ramas de los árboles se doblaban ante el peso de los lepidópteros.
Eran tantas las monarcas que una se unió a nosotras, todo el camino de vuelta. Si aquel investigador de estas mariposas fuera allí, hubiera quedado con la boca abierta, con sus papers repartidos por el aire y el suelo. Es que realmente es un espectáculo increíble, como el haikú de Basho: “Las hojas están volviendo a las ramas. No, son mariposas.”
Muchos chilenos nos habían recomendado visitar Taxco, los mexicanos nos hablaron maravillas de Paztcuaro. Enfilamos a Patzcuaro, un pueblo de aire colonial, de casas pareadas y uniformemente pintadas, tierra roja las faldas y blanca la blusa, por así decirlo. Aun los nombres de las tiendas se escribían con letras comunes. Me encantó.
Morelia, una bonita ciudad que la visitamos con un astrónomo y profesora chilenos
(radicamos allá por un año ...qué suerte!!! )Después, arribamos a las Ruinas de Tulúm, al borde del mar, que era calipso/turquesa. Allí hicimos playa.
Luego, volveríamos a ciudad de México, para emprender rumbo a Bahía Quino, donde mi tío (abuelo) Perico. Él, al enterarse de donde venía, me dijo chispeante: “De las ruinas de Tulúm, a las ruinas de tus parientes.” Estaba tan feliz con nuestra visita que nos presentó a todos sus amigos y amigas de la Bahía. ¡Nos habremos bajado y subido unas veinte veces del auto, presentándonos! Me recordó a la mamá, muy rápido, generoso, y parecido. En una palabra, inolvidable el viaje: el santuario, los nuevos amigos y amigas, Patzcuaro, Tulúm, mi tío queridísimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario