Pta. Arenas y ¡qué frío sentí! Por lo demás, puntarenens@s, ¡qué cálid@s fueron conmigo! Dos sensaciones para empezar: el aterimiento que me provocó el entorno y la calidez con que me recibieron Uds. Y así el frío fue lo de menos, gracias al calor humano recibido. Calor humano como quien dice Desanka, la directora con quien, a ojos vista, me entendí en los medios y los fines de nuestra labor, que entre más cariñosa y humana; mejor.
Me salto aquí las ineludibles anécdotas del vuelo para llegar allí. En Brasilia tendré mi cuota. En Pta. Arenas, entonces, vine a colaborar, en nombre del CRA, con mis colegas, es decir, quienes tratan y hacen que la enseñanza y la vida florezca bajo luces más policromas. No me quiero, sin embargo, poner en onda sermón; todas nosotras sabemos dónde aprieta más venturosamente la alegría. Pta. Arenas, no de arenas movedizas en el sentido de tragadoras de quienesquiera, sino de arenas en el sentido de inquietas, ávidas de saber, de arenas como personas con el gusto de dar con nuevos horizontes para su tarea cotidiana. Bueno, este encuentro fue el soñado: se abrió el diálogo y el ente organizador no pecó de desorganización, todo un ejemplo.
No entiendo por qué hablé primero de Pta. Arenas, siendo que fue la segunda y última parada que di en este viaje express al Sur, en cuanto yo vivo en Santiago. Seguramente fue porque Punta Arenas fue lo último y, por ende, su visita la tengo más a flor de piel. ¡Y cuánto me encanta el cementerio puntarenense, ( espara mi gusto el cementerio mas bello del planeta tierra) cómo desde allí se ve el mar, el cielo y la tierra tan inmensos y juntos! En verdad, esta es una postal de fijo, una fotografía (que no tomé) maravillosa. Pero volvamos a Osorno, volvamos a lo vivido antes de eso. En Osorno –me repito– el encuentro multidisciplinar y educacional fue el soñado: se abrió el diálogo, se pusieron puntos sobre las íes, puntos que solemos olvidar.
Respecto al comité organizador, sólo aplausos y gracias de mi parte. El rector de la Universidad Santo Tomás, más allá del parentesco que descubrimos, fue de lo más solícito con todos nosotros, que éramos tantos y tantas. Su nombre es Lupercio Vásquez, y coincidimos en el apellido Martínez... la gestora de esta jornada fue Victoria Peni, directora del Centro Lector Osorno, la labor de Peni vale la pena conocer. Un portento dinámico en el campo de la lectura y las bibliotecas, un referente válido.
Por último, quisiera destacar la presencia de uno de los panelistas, Felipe Alliende, ( experto en lenguaje, miembro de la Real Academia de la Lengua Española) quien me lo dan como pretendiente, pues es viudo y yo sola y con hijos. Digamos que son bromas estas, humorías que rondan. Pero el piropo que le hago aquí a Felipe más tiene que ver con cuestiones educativas y pedagógicas, que con asuntos personales. Felipe Alliende es un hombre de una vocación por la enseñanza a todo dar. Su mensaje es límpido, tan límpido que lo recuerdo desde hace 25
años +/- , cuando era una aprendiz.
Su mensaje es este: que el acento o el punto sobre la i no está en el currículum o la malla de estudios, sino en el trato entre educador y educando, en enterarse de quién tenemos delante y hacer desde allí, horizontalmente y con el debido respeto. Al final de nuestras presentaciones, Felipe me halagó diciéndome que mi puesta en escena y la suya iban, “nos complementamos” me dijo seriamente. Yo digo aunque por distintas veredas, hacia un mismo norte.
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